Erosión" es una exploración del límite entre lo humano y lo abstracto. En esta pieza trabajé una cabeza masculina aplanada donde la forma se convierte en metáfora: un rostro que aparece y desaparece, como una visión fugaz que la piedra decide revelar.
El efecto de pareidolia invita al espectador a descubrir la figura: lo humano emerge de lo orgánico, pero nunca del todo, como si la identidad estuviera sujeta al capricho del tiempo y la materia. La parte posterior de la cabeza se desgasta, se deshace en fragmentos que evocan la erosión, recordándonos que todo cuerpo —toda memoria— se enfrenta a la disolución.
Quise que la obra hablara de permanencia y de fragilidad al mismo tiempo. "Erosión" no es una ruina, sino un instante detenido en la transición: la belleza de lo que se transforma, la huella de lo que aún permanece y lo que se desvanece.*
